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El viento: presencia constante

Me gusta salir a caminar los días con mucho viento, ver cómo se agitan las copas de los árboles y las aguas del Beagle se mueven con fuerza. Lo he convertido en un hábito, algo que hago sin audífonos, porque la música me impide oír la brisa golpeando los techos de las casas y el intenso silbido que produce el viento sobre los suelos de la Patagonia. Es un sonido que provoca una expectación constante, como si algo siempre estuviera a punto de suceder. Me trae a la memoria el programa Al Sur del Mundo, que veía cuando era niño, especialmente los capítulos grabados en Punta Arenas o Tierra del Fuego y que eran acompañados por el sonido característico del viento. Una presencia constante. Un personaje crucial que se niega a asumir un papel secundario.