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Domingo 8 de enero

El frío y la lluvia dieron paso a días más calurosos. Hoy, la temperatura más alta llegó a los 23 grados, algo inusual para esta zona. Consciente de esto salí temprano y bajé al río Ukika cuando la mayor parte del pueblo aún dormía. Caminé por su borde sinuoso y me detuve en un punto rodeado de árboles para refrescarme. Ahí me mojé el pelo y la cara y me quedé pegado mirando atentamente el agua, considerada la más limpia del planeta. Quiero meterme en el río y bañarme, pero aún no me atrevo. Me imagino que puede aparecer alguien del pueblo yagán - genuinos guardianes de este parque - y retarme por mi osadía. Por ahora me seguiré limitando a una presencia netamente contemplativa. Me gustaría más tarde traer un libro y pasar aquí un rato más largo, especialmente antes de que regresen la lluvia y los días fríos. En estos momentos estoy leyendo Los Llanos, de Federico Falco, la historia de un tipo que se va a vivir al campo luego de una ruptura amorosa y comienza a narrar su experiencia manteniendo una huerta y su vínculo con la naturaleza; una historia que me representa, excepto por lo de la ruptura.